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La cuota inicial de tu casa

Una mujer llego al cielo y allí se encontró junto a las miles de personas que llegan cada día.

Estaba haciendo fila para saber cuál sería su destino, cuando de pronto, apareció un Ángel y les dijo:

«Vengan conmigo y les mostraré en qué lugar está la casa que le corresponde a cada uno»

Así que comenzaron con el recorrido y de pronto se encontraron en uno de los barrios más majestuosos.

La mujer jamás hubiera pensado que pudiera existir algo tan maravilloso. Este, tenía todas las casas hechas de oro macizo, las puertas, los techos, los muros y suelos, todo era de oro. ¡Qué maravilla! comentaban todos. 

El Ángel exclamó: «Aquí se quedan todos los que invirtieron tiempo y dinero en ayudar a los necesitados, aquellos a quienes su amor hacia los demás, les supuso pagar un alto precio en la tierra» 

Y fueron entrando todos los generosos, los que partieron su pan con el hambriento, los que regalaron su vestimenta a los necesitados, los que consolaron a los privados de su libertad y visitaron a los enfermos. 

La señora se disponía a entrar, pero el ángel la detuvo diciéndole:

Perdone señora, pero usted en la tierra no daba mas que migajas a los demás. Jamás dio algo que en verdad le costara, ni tiempo, ni dinero, ni ropas y este barrio es solamente para los generosos.

«Usted, jamás pagó la cuota inicial» Y no la dejó entrar. 

Pasaron luego a otro de los barrios de la eternidad. Todas las casas eran de marfil. ¡Qué blancura, qué hermosura!

 La señora se dispuso a entrar a tan hermoso barrio, pero nuevamente el ángel la tomó del brazo y le dijo muy respetuosamente:

Lo siento señora, pero este barrio es únicamente para aquellos que en el trato con los demás fueron delicados, comprensivos y bondadosos. En cambio usted fue muy dura, prejuzgó a su prójimo y su corazón estaba lleno de falsedad.

«Usted, jamás pagó la cuota inicial» Y no la dejó entrar. 

Y mientras todos los que habían sido sensibles y amables en sus relaciones con los demás entraban a tomar posesión de sus lujosas moradas, la pobre mujer se quedó afuera, mirando con envidia a los que iban entrando a tan esplendoroso barrio. 

Siguieron luego a un tercer barrio. Aquello era lo máximo en luminosidad y belleza. Todas las casas eran de cristal brillante. 

La señora se encaminó para tomar posesión de una de esas maravillosas mansiones, pero de nuevo el ángel la detuvo y le dijo:

En su pasaporte dice que usted no se interesó por compartir la verdad, ni el camino del bien con las personas que estaban a su alrededor y este barrio es exclusivamente para aquellos que ayudaron a los demás a encontrar la felicidad, y usted nunca se preocupó para que las personas encontraran el camino de la felicidad y de la salvación.

«Usted, jamás pagó la cuota inicial» Y no la dejó entrar. 

Entristecida la pobre mujer, veía que entraban muchísimas personas radiantes de alegría a tomar posesión de su morada eterna, mientras que ella con un numeroso grupo de seres totalmente vacíos, que no supieron o no quisieron pagar la cuota inicial, eran llevados cuesta abajo a un barrio verdaderamente desagradable; todas las habitaciones estaban construidas con materiales reciclados.

Las moscas, los ratones y toda clase de insectos rondaban por allí. 

Ella se puso un pañuelo en la nariz porque la fetidez era insoportable, y quiso salir huyendo, pero el guardián del barrio le dijo con autoridad:

Una de estas casas será su morada, puede pasar a tomar posesión de ella. 

La angustiada mujer no podía creerlo, eso era horrible, ella no sería capaz de habitar en ese lugar tan espantoso, murmuraba muy enojada cuando el ángel le respondió:

Señora, esto es lo único que hemos podido construir ya que usted nunca envió la cuota inicial desde la tierra. Las moradas eternas las hacemos con las cuotas que las personas nos envían mientras se les permita vivir en la tierra, y usted jamás nos enviaba nada, sólo se dedicó a sembrar odio, rencores y envidia.

En este barrio, se va a sentir muy cómoda, ya que va a tener una cantidad enorme de vecinos que actuaron como usted. 

Angustiada la mujer comenzó a llorar y a gritar, no quería quedarse a vivir allí.

De pronto, su esposo, la despertó y dijo:

Gracias Señor por darme la oportunidad y por hacerme ver como debo proceder en este mundo. 

Desde ese mismo momento, decidió empezar a pagar «la cuota inicial» de esa morada de oro que tanto le fascinó. 

Empieza desde hoy a pagar «la cuota inicial» de tu morada en la eternidad; sé generoso con los necesitados, sé bondadoso en el trato hacia los demás y preocúpate por enseñar a otros el verdadero y único camino que te llevará a la mansión que tú elijas.

 

«Piénsalo con detenimiento, porque no basta con ir al cielo»