
Jamás permitas que ningún hombre te esclavice, tú naciste para ser amada… no para ser esclava…
Jamás permitas que tu corazón sufra en nombre del amor, amar es un acto de felicidad, no de sufrimiento…
Jamás permitas que tus ojos derramen lágrimas por alguien que nunca te hará reír…
Jamás permitas que tu cuerpo sea usado, es la morada de Dios, mantenlo puro…
Jamás permitas quedarte horas esperando a alguien que jamás vendrá, aunque te lo haya prometido…
Jamás permitas que tu nombre sea pronunciado en vano por un hombre que no vale la pena…
Jamás permitas perder tu tiempo con alguien… que nunca tendrá tiempo para ti…
Jamás permitas que alguien te hable en voz alta…
Jamás permitas que pasiones desenfrenadas te saquen de un mundo real para hacerte entrar en uno que nunca existió…
Jamás permitas que tus pies caminen en dirección de un hombre que se pasa la vida huyendo de ti…
Jamás permitas que los sueños de otros se mezclen co n los tuyos, haciéndolos girar en una dirección que no te interesa…
Jamás te permitas vivir angustiada, dependiendo de un hombre que te hace creer que tú naciste sin habilidades, sin capacidades ni iniciativa…
Jamás permitas que el dolor, la soledad, el resentimiento, los celos, y el rencor debiliten la enorme fuerza que Dios puso dentro de ti…
«¡Jamás te permitas perder tu dignidad como mujer, ni que intenten quitártela!»