Un día el sacerdote preguntó a su congregación lo siguiente:
-¿Por qué la gente grita cuando está enfadada?
-Porque perdemos la calma, dijo uno, por eso gritamos.
-Pero ¿Por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? preguntó el sacerdote. ¿No es posible decir lo mismo sin gritar?
Los asistentes dieron algunas respuestas.
Finalmente él explicó: Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.
Luego preguntó: ¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente, porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña.
El sacerdote continuó. Cuando se enamoran más aún, ¿Qué sucede? No hablan, sólo susurran, finalmente no necesitan ni susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así de cerca están dos personas cuando se aman.
Luego dijo:
“Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, no sea que la distancia llegue a ser tanta que no encuentren el camino de regreso”
17-04-2010 | 91769 lecturas